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La meditación no es una práctica

Escucho con frecuencia, tanto a conocedor@s de las enseñanzas del yoga como a quienes no lo son, referirse a la meditación como una práctica, al igual que yo solía hacerlo.

La relacionan con adoptar una posición sentada específica, mientras han de cerrar los ojos, con el propósito de "dejar la mente en blanco"...

Aprendimos a vivirla y definirla de esa manera, ya sea porque así nos fue transmitida o así nos fue posible en es momento vivirla. ¿Por qué? Porque la ausencia de pensamientos y con ella, la paz que podíamos llegar a sentir, aunque fuera por un corto momento, nos parecía una experiencia que, como todas, había venido y se volvería a ir; en cuanto dejáramos de practicar; aveces en cuanto abriéramos los ojos y otras, a más tardar, apenas llegáramos a casa y nos recibieran nuestr@s hijos discutiendo a gritos...


Hoy a eso que antes llamaba también yo meditación, lo llamo contemplación, la cual sí es una práctica. Consiste en poner nuestra atención en un objeto que en ocasiones puede ser la respiración, en otras una visualización que guía alguien, en otras observar las sensaciones en nuestro cuerpo, repetir en silencio o en voz alta un mantra (conjunto de sílabas, palabras o frases) o, con los ojos abiertos, observar la llama de una vela, etc.

Este tipo de práctica contemplativa, así cómo la de asanas (posturas) de yoga o del pranayama (control de la respiración), van dirigidas al ego (la personalidad o las personalidades), con el objetivo de restringir, enfocar o purificar su experiencia para después poder reconocer su verdadera naturaleza, su esencia.


En cambio, la meditación no es una práctica, sino se da. Se da cuando eres la contemplación misma de aquello que contempla. Es decir, cuando eres el saber de que eres, cuando tu ser es consciente de sí mism@, cuando es el conocer de sí mism@.

Aveces, gracias a las prácticas mencionadas antes, se da la meditación, pero no es necesario hacerlas. Es posible "ir" (por falta de otra palabra, ya que lo que eres en esencia no va a ningún lado) directamente al conocimiento de nuestro ser, que está, siempre ha estado y siempre estará, en la misma condición transparente, luminosa, clara, prístina,...

Por lo tanto no requiere de disciplina alguna para ser cambiado. La consciencia de tu ser, a la cual te refieres cuando dices yo, es tu experiencia primaria, es lo que permanece siempre, mientras las experiencias van y vienen.


Nuestro conocimiento de nuestro ser, tal como es esencialmente, antes de que se le sea añadido o quitado algo (como un nombre o un género, una nacionalidad, una religión, palabras en un lenguaje, una formación, una creencia, un objeto, etc.) es la experiencia de la paz o la felicidad (siendo la paz felicidad en reposo y la felicidad paz en movimiento, cómo escuché y anoté, pero no se de quién).


Por lo tanto, lo que sucede cuando te sientas a hacer la práctica de contemplación es que, aunque sea por un corto instante, se da la meditación. Entonces sólo eres, libre del añadido habitual, siendo ese aquí y ahora, esa expresión de ese ser que, en esencia, no es una persona, no es un ser humano, sólo es el ser siendo. También tras la práctica de contemplación en clase de yoga, sigues siendo ese ser.


Lo que en la mayoría de los casos cambia, en cuanto la profesora o el profesor de yoga indica el final de la práctica de contemplación, es que, en ese ser esencial, reaparece lo añadido a él, lo que constituye, por ejemplo, el/la practicante de yoga y luego, al llegar a casa, el rol de madre/ padre. El primer rol es quien abre los ojos, enrolla la esterilla, se cambia, vuelve a casa, abre la puerta, se convierte en madre/padre y vive la situación de sus hij@s discutiendo a gritos. A este rol es a quien le genera un malestar la situación y le ocurre una reacción a ella que suele ser desproporcionada a lo que sucede.


En ese momento deja de sentir la paz que sentía hace tan poco, porque su atención está en ese malestar, en lugar de seguir en meditación, es decir: siendo la consciencia que es consciente del escuchar y del ver de l@s hij@s discutiendo. Ahí no hay rol, no hay alteración alguna y no hay reacción a un malestar, sino hay una acción que viene desde la pura presencia en el aquí y ahora, abierta, libre de expectativas, clara, transparente,...


¡Vivir en meditación, es decir, descansando en el propio ser como ser, siendo conscientemente sólo ser, no es algo reservado exclusivamente para un@s poc@s privilegiados o para aquell@s que pueden vivir sol@s en una cueva en el Himalaya, en un convento, en una comunidad espiritual, o con un poder adquisitivo grande que les permite estar sentados en postura fácil todo el día, contemplando!

¡Está al alcance de tod@s porque nuestro ser es completamente impersonal y al mismo tiempo absolutamente íntimo! ¡Asegúrate de que cuando dices yo, siempre solo te refieras a la conciencia conociéndose a sí misma!








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